Nacido en la 7ma baja del departamento, Picada de Techera fue el origen para el vecino, deportista y hacedor de uno de los mayores logros deportivos de un Treintaitresino.
Alumno de la Escuela Nº 57, la de «Santos Pintos», formación en granja y con la humildad de tierra en las manos.
Defendió la celeste de Uruguay en pruebas internacionales. Fué corredor del Municipal entre otros, pero recaló en el VUSA para gestar la recordada «Vuelta del Uruguay de 1974».
Una vez recordaba: «Me entrené para ganarla, porque tenía todo para hacerlo. Estaba muy enojado con los errores cometidos con anterioridad, míos y de compañeros que me llevaron a perder las «Mil Millas Orientales» o la Doble Melo. A veces es mala suerte, pero yo siempre tuve eso, de estudiar que estaba pasando, escuchar a los que sabían, aprender de los errores para no repetirlos».
Y un día dijo que ya había pagado el «derecho de piso» y que quería cumplir el sueño de ganar una competencia importante, la más importante, para demostrar que el tenía razón, cuando otros lo discutieron y que Treinta y Tres, tenga el orgullo de conseguir un logro para recordar siempre.
Y lo logró. Lo consiguió, dió el paso a la inmortalidad. Y mucho antes de su partida física.
Recibió distinciones de todo tipo, tanto a nivel local como nacional, entre ellas, la Guitarra Olimareña en el 2019, con el reconocimiento de todos.